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Adicta tentación, segunda parte

  • Isra Pleasure
  • 2 ago 2018
  • 8 Min. de lectura

Y justo cuando planeaba escapar, me cacharon.

Mira que soy buenísimo para poder huirle al amor, pero cuando se trata de esconder mi persona es muy difícil.

Traté tanto y no pude, el idiota de Esteban me jaló de los cabellos cuando se dio cuenta que estaba a punto de dejarlo, con sus sueños, recuerdos y sobre todo porque se le iba la mina de oro de mis piernas.

No sabes querido Adrián, hasta me golpeó mi linda cara, lo que no se da cuenta es que sin ella no puedo trabajar y sin eso no tenemos dinero. ¡Maldito idiota!

Debo decirte que la cárcel que yo construí no está fea, ni tiene barrotes, bueno tal vez los barrotes son imaginarios. No huele mal, excepto mi paciencia, esa ya está podrida y cada día la soporto menos.

Por otro lado tengo una vista hermosa, tiene un balcón excepcional, a veces cuando no hay "clientes" suelo leer ahí, con una copita de vino en mis manos mientras fumo un cigarrito.

Aunque eso es sólo cuando no trabajo, el idiota de Esteban siempre me molesta cuando estoy leyendo. No sabes cómo me enfurece.

Al muy imbécil le da por aventarme las colillas de cigarros que dejan los clientes en el suelo.

No sé cómo explicar que me siento enjaulado, a pesar de que la casa es bastante lujosa, eso ya no me hace feliz, o tal vez la persona que también la habita: Esteban, porque de los lujos no me cansaré jamás.

Odio tener que decirlo pero pareciera que cuando una persona encuentra el motivo o razón para chingarte, lo hace.

Él no sólo se metió en mi vida, sino también es parte de ella, de hecho sin él, yo estaría tal vez en otro lado, podría estar en Cancún, Oaxaca, Guanajuato, en Los Cabos e incluso también podría estar en tus brazos en cualquiera de estos lugares.

Y siempre que pienso en ese último lugar no sabes cómo hago berrinche, ya sabes que nunca me faltan.

Tengo que escapar de aquí, el día menos pensado lo haré, ya hasta tengo dinero guardado en unas cinco cuentas bancarias, eso ni el idiota de Esteban lo sabe. Si de menso sólo tengo la cara, dicen que siempre tienes que cuidarte del más seriecito y ese soy yo. Puedo tener cara de mosca muerta a punto de vomitarte, pero mi mente dice y planea otra cosa.

¿Aún así quieres saber más de mí?

¿Qué hubieras hecho si fueras tú el que ponía los garrafones en mi casa? ¿Lo mismo o más rico?

Ay, Adrián, ya nada puedo ocultarte, ¿o sí? y es que ya sabes la mayoría de mis movidas. En serio, ni mi mamá me conoce tanto como tú, por eso es que hasta me sonrojo cuando estoy contigo y mira que eso en mí es súper difícil, imagínate los sentimientos que me causas, cuando yo creí que ya los había vomitado todos y juntos se habían ido por la coladera. Ahora esperaba que ya estuvieran muy lejos, pero uno de ellos se aferró con muchas ganas, creo que eres tú.

No sé si te dije, pero después de Rubén tuve muy mala suerte y tal vez porque me porté muy mala onda con él, pero te juro que ya estaba harto, sus cursilerías me sofocaban, no me dejaban respirar, tanto como su pobreza.

Después de que pasé a 3º de secundaria ya todos estaban muy emocionados por salir y yo también, necesitaba nuevos aires, necesitaba dejar de ver las mismas caras de mis compañeros hipócritas, ya no los soportaba.

Sólo sentía feo por un profe de matemáticas, ya sé, ya sé, las matemáticas y la ética no son lo mío y creo que no lo serán ni en esta ni en mi otra vida.

Siempre he sido terrible para las matemáticas o tal vez ellas para mí, el chiste es que aún no nos perdemos el asco.

Aunque te decía que en el último año de secundaria, teníamos un profe muy buena onda, era jovencito a lo mucho él tendría 30 años, pero se veía más pequeño, era traga años, incluso él practicaba fútbol y tenía un trasero muy bonito, firme y duro.

Te juro que por más que me explicaba y me explicaba y explicaba y explicaba, yo no entendía ni podía procesar las ecuaciones, a estas alturas aún no las comprendo.

Total que él se acomidió a darme unas clases "especiales" para regularizarme y poder aprobar su examen. Recuerdo que me dijo "No te preocupes Cris, sólo es cuestión de que te comprometas y saldrás adelante" sí claro, podría salir adelante de su entrepierna para poder probar su examen, digo para poder aprobarlo.

Él me propuso la idea de ir a su casa todos los sábados durante dos meses y así lo hice, aunque él antes de que yo entrara a su "clase" me decía que tenía que llevar uniforme de fútbol y la verdad es que yo no tenía nada de eso, odio ese deporte, así que el muy listo me dijo "no te preocupes, yo te puedo prestar uno, te lo mides en mi casa" y yo dije "claro profe, pero enséñeme mate, no quiero fútbol".

Llegó el primer sábado y yo puntual que estaba en la entrada de su casita, pasé y tenía el uniforme de fútbol, me lo mostró y sonreí. Sus ojos cambiaron, su lengua parecía de lobo feroz y sus manos querían palpar, yo creo que eso del uniforme era su fetiche.

Me metí al baño y salí con el uniforme puesto, me quedaba un poco ajustado del trasero y de las piernas, él me veía como un tonto, odiaba usar short y ese era demasiado cortito, así que comenzaron las clases y cada que podía mi profe se ponía detrás de mí, o sea, se sentaba y me arrimaba todo, me decía "esa ecuación no es así, mira la x vale diez y así no se despeja" cosas así y la chingada porque yo seguía sin entender, no sabía si seguir sosteniendo el lápiz o evadir su bulto que me restregaba en el trasero.

Yo pensaba "Diosito, por fa que me pase, que me pase, no quiero reprobar" y seguía piense y piense. Entonces mi maestro me dijo "presta atención Cris, en la vida no todo es una cara bonita”, y me caí de mi ensoñación, "una cara bonita”, era como él me veía y si no todo es una cara bonita, ¿qué hacía yo en putishort en la silla de su mesa?

Mi maestro se apartó de mí, pero esta vez rosando sus dedos con mi brazo descubierto por la playera de manga corta y justo cuando se paró pude notar su erección que estaba en dirección izquierda y se le notaba por encima de su pantalón de vestir.

Yo no le tomé importancia y me senté con las piernas entre cruzadas, así como los chinitos, dejando que el short se me subiera un poco más y se pudiera observar mi pelvis. Mi profe no podía dejar de verme la entrepierna y hasta se mordía los labios cuando creía que no lo veía.

Una vez terminé las ecuaciones y obvio, catorce de veinte estaban mal, ya sé, ya sé, hasta la fecha soy pésimo para eso, pero ese día gané algo, entendí el poder de la inocencia fingida y de un atuendo.

"No puedo profe, no sé qué hacer" y fingí llorar mientras lo abrazaba, "soy muy malo en esto" y fingía mis lágrimas, aunque eran más falsas que mis propios sentimientos.

"Mira, no te preocupes, para algo serás bueno, yo te puedo ayudar", yo fingía que me secaba las lágrimas y él me abrazó con más fuerza y me dio un beso en la frente. ¡Qué pinche cursi!

"Profe necesito pasar, es mi último año, ayúdeme”, qué hipócrita sonaba y el muy menso se la creyó.

"Si quieres pasar, bájate el short y déjame oler tu bóxer".

Yo tímidamente bajé mi short y estaba a punto de bajar mi ropa interior cuando él metió su nariz en medio de mis glúteos, olfateando así mi trasero, incluso comenzó a sacar su lengua y empezó a lamer mi trasero por encima del bóxer.

Debo reconocer que eso me excitó mucho, cerré los ojos y él ya estaba pegando su bulto a mis nalgas, estaba muy duro, tanto que creí que lo que él tenía no era un pene, si no otra cosa entre las piernas.

Recuerdo muy bien que me quitó el short, lanzó mi ropa interior lejos y me volvió a poner el short. Era un short azulito, playera blanca con rojo y calcetas del mismo color, blancas hasta las rodillas.

Fue la primera vez que bailé para alguien, me pidió que me subiera a su mesa y me comenzara a tocar, yo con mis 15 añitos aún no sabía moverme chido, ¿me entiendes? , apenas y podía mover la cadera y además sentía que la cara me ardía de tanta pena, pero estaba dispuesto a pasar esos dos exámenes, o sea, el de seducir a mi profe y probarme a mí mismo y por supuesto pasar mate.

Me comencé a mover dulce, suave, chupé mis dedos uno a uno, movía la cadera, me frotaba los pezones y simulaba que lo estaba montando, arriba, abajo, arriba, abajo y lamiendo mis dedos y una vez los chupaba, los metía en mi pequeño short.

Yo ya estaba muy excitado, me acerqué a él, tomé su dedo índice y lo empecé a lamer, mientras yo seguía: arriba, abajo, arriba, abajo.

No aguanté más y me subí en sus piernas, ¿te imaginas? , él podía meter sus manos en mi short sin que le estorbara la ropa interior para poder tocar y sentir todo.

Me besó y olía a alcohol, parecía que desde muy temprano empezaba a beber.

Su lengua exploró casi mis anginas, sus manos casi se adherían a mi pequeño cuerpo.

"Tienes un cuerpo hermoso y un culito rico, paradito y estrecho”, recuerdo lo que sus labios me decían.

Sacó lubricante y así sin más preámbulos comenzó a meterme su miembro, le hizo un agujerito al short y por ahí entró su pene.

Me sacó a su patio y me pidió que me pusiera de perrito en su jardín, me ensucié el uniforme de tierra, así le gustaba, como si uno de sus alumnos se hubiera ensuciado al jugar fútbol con él.

Me daba nalgadas por encima del short, me follaba como un animal, yo sólo gemía como un pequeño niñito en las garras de una bestia, me jalaba el cabello y metía sus dedos en mi boca, sólo así pudo venirse.

Casi pudo lamer mi nombre cuando se vino y me apretó más a él.

Sus mieles escurrieron entre mis piernas y sentía ese líquido caliente salir de mí.

Quedó exhausto y nos bañamos, me volvió a hacer el amor en su baño y me mordió una pompa, me dijo que así le gustaban, blanquitas y paraditas.

Retomamos las clases, pero obviamente yo ya estaba exento de ese examen, no sabes la cara que pusieron los envidiosos de mis demás compañeritos al saber que yo no haría ese cochino examen.

Ay Diosito, si tan sólo hubiera sabido que así se arreglaban las cosas y se hacían pactos con las piernas, no hubiera estudiado tanto y simplemente me hubiera bajado los calzones con mis profesores, para no estudiar las horribles matemáticas.

Dicen que siempre hay un roto para un descosido, aunque yo más bien soy la araña que tejerá hasta tenerte en la cama. Así como te pasó a ti, Adrián y aunque Esteban no lo acepte a él también lo atraparon mis encantos, más por el dinero que generamos que por la cama, pero en serio, tengo que deshacerme de él, porque es digamos "tóxico" me limita mucho la vida y ya es suficiente con tener conmigo mismo.

Ahora no puedo sacar más dinero porque el muy perro, todo lo cobra, él me consigue los clientes y yo acepto, al principio no era así, pero ahora ya me tiene más checadito, no soporta que un día pueda irme y dejarlo en la miseria de donde salió, o ¿acaso crees que siempre ha tenido dinero?

Todo lo ha sacado gracias a mí, a mis piernas y al bailar todos los fines de semana en lugares privados, para políticos, gente rica. Ya sabes.

Esto debe cambiar y pronto me pagará una a una las que me ha hecho.

Ahora te dejo porque debo ponerme en el cuerpo un poco de vino para poder salir a bailar ya que a veces los chicos se acercan tanto a mi cuerpo que comienzan a lamerlo, qué mejor que se lleven entre sus labios el dulce sabor a vino.

 
 
 

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