Adicta Tentación
- Isra Pleasure
- 3 jul 2018
- 7 Min. de lectura
Apenas y puedo escribir esto, no sé en qué momento de mi vida terminé durmiendo con ratas y no precisamente con los animales.
No sé cómo escapar de la propia cárcel que yo mismo construí. Sé que tú muchas veces has tratado de salvarme pero siempre sale algo mal o descubres algo nuevo de mí que no te deja avanzar para poder rescatarme, aunque a estas alturas es imposible que alguien pueda salvarme de mí mismo.
Te digo que a veces trato de escapar pero me aterra la idea de que ellos puedan buscarme y me tachen de lo peor y todo es culpa del cochino dinero, los lujos y mi maldita avaricia.
Lamento tanto que te hayas enamorado de mí, que soy de lo peor, bueno, depende de lo que estemos hablando porque en al cama soy buenísimo, cada amante ha pulido mi práctica y por supuesto también mi cuerpo.
Aún recuerdo la primera vez que estuve contigo, te juro que nadie en mi pervertida vida me había hecho el amor como tú, aunque ahora sé que te causo un poco de asco y no quieras verme más, pero aun así terminaré por contarte todo y ya tú decidirás si rompes todas las fotos en las que hemos posado juntos e incluso nos vemos felices. Ahora sé que me enamoré de ti, pero sabes que también amo mi oficio actual y que soy buenísimo en el Pole-dance.

Sólo prométeme que atesorarás esto en la cajita que aún tienes debajo de tu cama, con fotos de tu mamá y cartas de esos idiotas que estuvieron antes que yo, aunque sé que ninguno te lastimó como yo lo hice, de nuevo perdón.
Así que aquí va mi primera verdad y pon mucha atención porque incluso a mis mejores amantes les he mentido con mi propio nombre, a ti te seré sincero por tu forma de tratarme, de mirarme y de tocarme, pon atención porque yo desde chiquito ya estaba acostumbrado a la mala vida, o más bien a la felicidad de la promiscuidad.
Si alguna vez visitas a mi madre, mándale saludos y por favor no veas las fotos de mí cuando era pequeño, porque no encontrarás alguna pista de mi tan desdichada infancia.
Quiero que sepas que ya desde los 14 añitos comenzaba a buscar hombres y provocarlos. ¿Qué habrá en esa edad en tu cuerpo que todo lo quiere saber? porque podré decirte que uno de mis vecinitos solía entrar a mi casa por las noches, ¿sabes a qué? obviamente, era el que cargaba los garrafones de agua y los ponía en la base de mi casa, mi madre siempre me trató muy bien y yo siempre había sido "especial", claro así nacemos algunas personitas, con la sangre demasiado frágil y el espíritu para poder enfrentar la vida, pero ese no es el punto.
La cuestión aquí es que cada tercer día él entraba a mi casa, después de las 8:30 p.m y como sabrás mi mamá trabajaba mucho para poder mantenernos a mí y a mis tres hermanitos, yo siempre fui inteligente y bien portado, pero te juro que en las piernas había algo que me exigía ser frotado, sentir el tacto de algo o en este caso por alguien y si quería dejar de sentir el cosquilleo necesitaba empezar con las personas a mi alrededor.
Comencé con Rubén de 27 años, que era el típico flaco desnalgado pero con una carita finita, con tez morena, manos grandes y obvio era mucho más alto que yo.
Después de que él llevaba los garrafones a mi casa solíamos platicar, a veces lo invitaba a cenar ya que él no siempre tenía comida en su casa, yo era como un acólito de buena caridad y le ofrecía agua, pan, leche y un poco de carne, aunque la carne iba por cortesía de la casa y me llamaba Cris, como siempre te he pedido que me llames.
La primera vez que me besó se sintió culpable, porque yo era un bebé, pero con una mentalidad avanzada y por supuesto guapo, figúrame a mis 14 añitos: delgado, cabello negro como el azabache, ojos almendrados, piel blanca, pestañas rizadas, pómulos que apenas comenzaban a perfilar mi carita de niño bueno-malo y muchas ganas de querer comerme al mundo o más bien a Rubén.

¿Cómo podía alguien rechazarme? Incluso algunas niñas de la secundaria se veían interesadas en mí y hasta tú mismo, mi querido Adrián, no pudiste rechazarme cuando me enredé en tus sábanas.
Aunque claro, te seguía contando, que se espantó tanto por haberme besado que no lo volví a ver hasta después de dos semanas y para decirme que ya no vendría porque se estaba enamorando de mí. ¿Puedes creerlo? él estaba enamorado de mí, qué patético, yo que tan sólo le ofrecía comida, un pequeño cuerpo y él pensaba que ya tenía mi corazón.
Debo confesar que cuando llegó después de tanto tiempo me volvió a besar, pero esta vez diciendo que él iría a la cárcel si alguien se enteraba, y yo me aferré a la idea de poder saborear un poco de su hombría que ya me había vuelto loco desde aquel beso que me dio. ¿Cómo podría yo delatar a mi primer beso ilegal y a mi primer deseo carnal? ¿Cómo?
La tentación es dulce cuando te recorre las venas y va dejando semillas a través de las zonas erógenas del cuerpo.
Mi boca recibió su boca, mi lengua tímida e inútil no se movía pero la de él era experta y con las manos aún más.
Recuerdo que me ajustaba hacia su pelvis y ya se le sentía un miembro abultado, mientras que sus manos recorrían mis glúteos redonditos y firmes.
Metió su mano en mi pantalón y tomó las dos porciones traseras de mi piel en sus manos, las palpó, apretó y de repente comenzó a meter uno de sus dedos, yo grité un poquito, ya sé era muy ingenuo, pero no sabía que podía entrar algo ahí aunque el placer fue delicioso y sus besos ardientes ya recorrían mi cuello.

Me desnudó en la cocina de mi casa, lanzó mi ropa hacia el piso y me dejó en calzones, él se quedó tieso al observar mi cuerpo, a estas alturas no sé si fue por lo pálido que era mi piel o lo pequeño que era mi cuerpo, no lo sé y aunque después no le importó me siguió besando y esta vez metió uno de mis pezones pequeños y rosados en su boca y claro, yo tenía que gemir muy bajito para no despertar a mis hermanitos.
Bajó a mi abdomen y me volteó boca abajo, exponiendo mis muslos ante él. Recuerdo que fue la primera lengua que mi dulce orificio probó. Él lamía como un gatito hambriento y yo estaba sacado de onda por el placer que tan sólo una lengua puede proporcionar y cuando sus dedos empezaron a abrirme los muslos, sentí que iba a llorar, pero me aguanté, quería saber hasta dónde podría llegar mi dulce amante y fue cuando introdujo su miembro poco a poco dentro de mí, sin condón. Perdóname Diosito pero no sabía eso.
Una vez estuvo adentro lo empezó a mover y me escupió para que entrara mejor y no me doliera tanto. Cuando entró todo yo no podía moverme y él tuvo que hacer todo aunque después él se sentó en la mesa y me dijo que me sentara en su pene, yo decididamente lo hice y él me pidió que me moviera arriba y abajo. Esos fueron mis pequeños pasitos en el camino del vicio.
Lamento mucho contar mi inexperiencia querido Adrián, pero ahora sabes muy bien que soy todo un profesional dentro de la cama, incluso tus sábanas lo pueden comprobar ya que he dejado restos de piel dentro de ellas.
Después de que me lo hizo en la mesa se vino dentro de mí y yo pensé que me había hecho algo, pero comprendí que era semen y se veía muy diferente a como lo describían mis demás compañeros de la secundaria.
Él no paraba de besarme y decía que yo estaba muy bonito como para dejarme pervertir por él, que estaba enamorado de mí y que ese sería nuestro pequeño, dulce y carnal secreto.
¡Me encantan los secretos! Y más si son carnales, mi piel puede atesorar demasiados. ¿Te das cuenta? ¿Era él mi sucio y primer secreto o yo era su secreto ilegal?

No tengo idea, pero las visitas se veían más programadas con él y tiempo después me di cuenta que lo mío no era hacer caridad a los pobres, yo necesitaba que me consintieran, que me aportaran algo más que un simple beso, sexo o incluso el amor que profesaba por mí, mi pensamiento era el siguiente:
"Un corazón cálido y humilde no puede comprarme un celular nuevo, una tablet o incluso darme dinero"
¿Vender el amor? ¿Vender el amor? Sabía que el dinero no daba amor, pero el amor (fingido) podía darme mucho dinero.
Créeme me estaba hartando después de que yo tenía que ofrecerle de mi cereal nada más porque él no tenía para comer, eso debilitaba mis ganas de quererlo dentro de mí. Así que un día uno de mis amiguitos de la secundaria se quedó a dormir conmigo y Rubén nos vio besándonos, tenías que haber visto su cara Adrián, me odiaba. Esa misma noche me gritó que yo era un chico muy fácil. ¿Fácil? ¿Fácil? ¿En qué aspecto?
Puedo ser muy ordinario pero no creo que sea fácil, o bueno tal vez, soy muy fácil de que me lleven a la cama, pero lo que a él le había dolido fue que jamás pudo obtener mi corazón.
Podía entrar en mi casa, en cama, en mis piernas las veces que quisiera, pero en mi corazón y mi alma no podía.
Eso lo sabrás muy bien tú, querido Adrián.
Ahora deséame suerte porque estoy a punto de escaparme de esta cárcel.
@isra_pleasure

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